Reflexión sobre paisaje (2)
2020 Reflexiones alrededor de la cultura
Por el Arq. Jorge Caballero
Algunos historiadores y geógrafos han postulado que la geografía es la madre de la historia. El teórico de la arquitectura Christian Norberg-Schulz postuló, por su parte, que la especificidad de los asentamientos humanos (y su desarrollo cronológico) está dado por el paisaje que los acoge. El hombre percibe, siente y actúa ante el paisaje (con lo que se torna en geografía humana) construyendo su espacio existencial que caracteriza como genius loci o espíritu del lugar (para los romanos, el espíritu que protege un lugar). Los dos postulados llevan a una sola conclusión: el paisaje fue, es y seguirá siendo determinante para la justa comprensión de nuestro lugar en la Casa Común y su manejo apropiado, para la supervivencia humana.
La línea cronológica que ha seguido esta faceta del paisaje en Occidente, del cual, queramos o no, hacemos parte, es a grandes rasgos:
Los griegos (según Norberg-Schulz) forjaron su espacio existencial dentro de un territorio de recintos geográficos que tienen una escala humana y, por ende, su cultura privilegió el hedonismo en todas sus expresiones espaciales y mentales: la escala dimensional de su paisaje partió de las proporciones y simetría del cuerpo humano expresada en todas sus artes. Como contraste, los egipcios, forjaron el suyo (su espacio existencial) a escala cósmica pues el desierto obliga, necesariamente, a tener como dimensión de paisaje la bóveda celeste en su total plenitud (y los dioses que lo habitan) y sus pirámides “construyeron” su paisaje sobre el territorio, lo ordenaron, lo delimitaron a lo largo del curso del río Nilo.
Los romanos forjaron un paisaje a una escala que podría ser intermedia a las dos anteriores: monumental. Su territorio fue el Mare Nostrum, el Mar Mediterráneo y la Roma imperial con el monumental Coliseo lo expresó claramente. Por su parte, la introversión religiosa medieval que rompió con el hedonismo y la monumentalidad (pero se apropió de sus legados) forjó sus paisajes con enclaves urbanos (cerrados y aislados) donde (según Norberg-Schulz) se expresa de la mejor manera el genius loci: en cada calle estrecha y sinuosa, en cada recinto abierto se logra un singular, único y propio carácter.
Con la llegada del Renacimiento europeo aparejado a la aparición de Otro Mundo (América) y el paulatina pero persistente y sistemático proceso de reconocimiento de nuevos paisajes y sus comunidades en todos los continentes el paisaje tomo el camino que en cinco siglos nos ha llevado a pensar en un Paisaje Planetario donde el genius loci se ha convertido en el mejor motivo de una de las mayores industrias de la globalización: el turismo.
Esa aparición del Otro Nuevo Mundo, será el motivo de la siguiente reflexión.